El hipotiroidismo en perros se define como la falta de producción de hormona tiroidea. Esta se debe principalmente a una atrofia de la glándula, a una reacción autoinmune o a un trastorno congénito de forma menos frecuente.
Es una patología muy frecuente en perros adultos, y sus signos clínicos clásicos pueden ser alopecia, letargia, estreñimiento, edema cutáneo, aumento de peso… Pero la hormona tiroidea está implicada en muchos más procesos sistémicos.
Uno de los órganos que más se afectan en el hipotiroidismo es el corazón. Los pacientes hipotiroideos sufren un deterioro en la conducción eléctrica, en la función miocárdica y puede producir ateromas en las coronarias, por lo que podemos encontrar cuadros de mala contractibilidad cardiaca y dilatación de las cámaras. Esto puede derivar en problemas más graves como el fallo cardiaco, pudiendo llegar a producir edema de pulmón u otras complicaciones.
Además, es muy típico ver alteraciones en el electrocardiograma como la bradicardia, que pueden empeorar el cuadro clínico y derivar en arritmias.
Normalmente, las afecciones cardiacas se resuelven si el tratamiento de hipotiroidismo es adecuado y los niveles de hormonas se normalizan, pero a veces es necesario instaurar tratamiento cardiaco complementario. Por ello, es muy importante que a nuestras mascotas hipotiroideas les hagamos un control cardiológico (radiografía, ECG y ecocardiografía si se necesita) para poder prevenir los posibles problemas que puedan aparecer.